¡México duele!

Hoy desperté con la tristeza de ver a mi México envuelto en violencia, en tragedia, en miedo e impotencia.
Me encuentro a mi misma orando a Dios, si es que lo hay, que no permita más muertes, que no permita más catástrofes. Que no me pida nunca entregar a mis hijos a morir en manos de aquella gente que nos toma como cifras.

Escuche a una señora decir «mi querida hija murió asfixiada, por lo menos no sufrió, por lo menos no murió quemadita» y rompí en llanto, porque me duelen los hijos de México porque soy madre como tú, porque al igual que tú soñé con mis hermosos hijos, soñé con verlos reír, gozar, crecer, realizarse. Y como tú mis sueños los esta matando gente inconsciente. Nuestros niños están en un país peligroso y me duele, me lastima, pero sobre todo me da rabia. 

Salgo al Kinder por mi hijo pensando en que lo encuentre vivo, que en el camino de la escuela a mi casa nadie nos haga daño. Que el taxi que tomamos sea «bueno» que el sitio sea verdadero, revisamos las placas, pero eso ya no importa de cualquier forma asaltan. Caminamos a casa bien tomados de las manos, que no se le ocurra correr a mi hijo porque no sabemos si alguien pueda llevárselo, él ya conoce ese miedo, ese olor a inseguridad, nos damos las manos lo más fuerte que podemos. Por las tardes no salimos a los parques, me aterra pensar que pueda perderlo de vista, los policías nos dan miedo, no sabemos quienes hacen su trabajo como se debe.

Papá nos llama para saber si llegamos bien, si al fin estamos en casa. El  único lugar que por ahora sentimos «seguro». Nos encerramos bajo una puerta con cuatro cerraduras diferentes, una de ellas bloquea la entrada desde dentro también, no queremos que los niños puedan abrirle a alguien desconocido. 
Vivimos en una colonia «segura» pero no podemos subir a tender ropa porque hay gente, que es mi vecina, que renta los cuartos de servicio y ellos se roban la ropa de mis hijos, nos han contado que intentaron abrir varios departamentos y que algunos los vaciaron por completo.
Esta instalado el servicio ADT pero la mayor de las veces responden tarde al llamado o no responden.

Vemos las caricaturas que nos distraen un poco y por lo menos veo las caras de mis hijos sonreír porque pasan la canción que les gusta, los abrazo y pienso que ojalá mi esposo llegue hoy a la casa, quiero volver a verlo.

Así vivimos todos los días, así crecimos. No recuerdo salir a jugar sola, ni poder quedarme en el parque después de que oscureciera.
Nunca supe del sonido de una bala, pero ahora los niños aprenden a estar pecho tierra en cuanto escuchen una detonación. Conocí una pistola porque me asaltaron una vez en la puerta de mi casa a plena luz del día, en una colonia «bien».
Hoy yo les enseño a mis hijos que las armas no son buenas, no les dejo ver caricaturas con violencia y pienso que tal vez después «los buenos» debamos cargar un arma para defendernos. 

La seguridad en México, es afectada por los narcotraficantes, los gobernantes sin preocupación y por los diversos grupos formados gracias a la desigualdad económica y social que nuestro país vive. Sin embargo, es muy notorio, que el narcotrafico es el principal “enemigo” de la sociedad mexicana actualmente.

Una de las señoras de la limpieza que trabaja en el restaurante de la esquina tiene un vecino que se dedica a secuestrar gente. Ella no lo puede denunciar porque matarían a su familia. En la tienda de su casa pueden comprar marihuana pidiendo una «maruchan», es la tienda de su compadre.

El narcotráfico ha comenzado a crear un desorden extremo en la sociedad, ocasionando una inseguridad terrible, donde los mexicanos nos encontramos en un fuego cruzado entre narcotraficantes.

No sé en qué momento estaremos tocando fondo, pero desde aquí ya se siente como «el fondo».

Vivimos con miedo y se lo estamos transmitiendo a nuestros hijos. Vivimos entre armas y droga, entre venganzas y egos. ¡Aún hay mexicanos que estamos en medio de todo esto y suplicamos que paren esta guerra!

 

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