Fantasía a los 3 años.



Los niños que mienten son más inteligentes


Me acuerdo cuando estaba en el kinder, decía cosas que pasaban en mi cabeza, yo imaginaba situaciones al mismo tiempo que las decía, recuerdo dos solamente y creo que las recuerdo porque se las contaba a mi mamá y ella me escuchaba sin decir nada, supongo que estaba sumergida en sus pensamientos que no escuchaba lo que le contaba y por lo tanto me sorprendía de que no dijera nada ante una historia tan inverosímil. Ahora ella dice que no recuerda ninguna conversación conmigo. Esa historia la recuerdo tan precisa, más las imágenes que nunca sucedieron, que el cómo lo platiqué.

«Estábamos en el recreo y una niña (que si tenía nombre y no lo recuerdo) no la dejaban jugar o estaba enojada y sacó de su lonchera (una de plástico verde) muchos ladrillos y comenzó a construir un circulo que era igual a la regadera de mi casa, se metió y se baño ahí en el patio».
Mas o menos esa es la historia, era obvio que no habría podido suceder, esperaba yo creo que mi mamá se diera cuenta que era inventada, me sorprendió su reacción al contestar «ajá» como si le pareciera normal todo lo que le había contado.

Ahora, Kiki me dice historias parecidas, algo como «llegó Dora la exploradora a la escuela y me prestó su mochila» yo me río y le he dicho que sus historias son divertidas. La verdad no he sabido que hacer con eso, si decirle que eso no es verdad, continuar con el juego o simplemente felicitarlo por imaginar historias tan divertidas. A esta edad todavía no pueden diferenciar entre realidad y fantasía. Para mi, cuando Kiki me cuenta estas historias trata de llamar mi atención, que este muy interesada en lo que cuenta y disfruta hacerme reír, al final no se si yo al prestarle la atención y reír estaré incitando a que invente más historias.

Pero mentir no es una tarea sencilla. Menos aún cuando se tiene tan poca edad, dice la experta Victoria Talwar, especialista en mentiras infantiles de la Universidad de MacGill en Montreal, Canadá, y quien ha realizado varios estudios sobre el tema. Capacidad inventiva, imaginación y habilidades verbales son requeridas a la hora de intentar convencer al resto de otra realidad. Es por ello, dice Talwar, que esta conducta es un indicador de inteligencia y cualidades bastante avanzadas: «Para que los niños mientan es necesario que reconozcan la verdad, e intelectualmente conciban una alternativa a esta y con ella estén dispuestos a convencer a otros».
Al inicio de su desarrollo los niños no relacionan lo que es mentir, aclara Valeska Vera, sicóloga jefa Fono Infancia, de Fundación Integra. Aquellos que desarrollan una fantasía pueden ser calificados de mentirosos por los adultos, pero para ellos es una creación propia. Aproximadamente, desde que cumplen cinco años comienzan a distinguir la realidad del mundo de las ideas, aclara Vera, y pueden ponerse en el lugar de los otros: «En ese momento es cuando comienzan a darse cuenta de las consecuencias gratificantes de evitar un castigo mintiendo». Por ello, lo mejor es criar sin castigos, así ellos no tendrán que evadir ninguno con mentiras.
El 50% de los niños que continúan mintiendo a los siete años mantendrán esa conducta por el resto de su infancia, dice Talwar.
«Es importante que los padres estén preparados para ciertas mentiras y comprender la motivación de ellos a mentir», advierte Vera. Si la primera reacción al descubrirlos enojarse, ridiculizarlos o tratarlos de mentirosos, no se estimula a que digan la verdad.

Cuando estos primeros eventos ocurren y los padres analizan el motivo que lleva a sus hijos a no ser honestos, se les pueden enseñar otras estrategias para resolver sus conflictos: «Esto debe partir desde fortalecer la confianza y el respeto. Que sepan que los van a querer hagan lo que hagan, que en la familia existe espacio para opinar distinto y que no está mal reconocer que se equivocaron».
Bastante claro ¿no? Supongo que las mentiras o mejor dicho historias que me cuenta ahora es parte de lo que imagina en ese momento, no es que lo haya premeditado para conseguir algo. Lo mejor de esto es que comienzo a darme cuenta que Kiki esta creciendo y es un logro más contar historias, tan estructuradas y divertidas como las que me cuenta.

¿Sus niños inventan historias? ¿Qué han hecho al respecto?